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CAPÍTULO TRES: ACCIÓN DE GOBIERNO
La derogación de las leyes malas. Y las Cinco Reformas, que algunos llaman “microeconómicas”, o de “segunda generación”, aludiendo a las reformas “macroeconómicas” de los años ‘90 o de primera generación, supuestas a “corregir los desequilibrios macroeconómicos”.
Desde los ’90 los “Neo” liberales aducen que las fuerzas y factores de los mercados libres son insuficientes para tener “equilibrios macroeconómicos”. ¿Cuáles son? ¿de cuáles equilibrios hablan? De estos principalmente: 1) El equilibrio fiscal, entre gastos y recursos del Estado, sin déficit. 2) El equilibrio entre masa monetaria y producción de bienes y servicios, cuya falta se refleja en la tasa de inflación; 3) entre oferta de bienes y servicios, y demandas de la población, reflejados en las cadenas de precios; 4) entre ahorros del público, y fondos prestables a disposición de las empresas, que se expresan en las tasas de interés; 5) entre divisas y moneda nacional, reflejados en el tipo de cambio; 6) entre puestos de trabajo y trabajadores buscando empleos, expresados en los salarios. Se dictaron una serie de leyes y medidas que pretendían restablecer esos equilibrios perdidos.
Cualquiera sea el análisis y el juicio sobre aquellas reformas de los ‘90, es obvio que no fueron suficientes para resolver los problemas del Estado; mucho menos los de la gente.
I. EL CONGRESO ES EL GOBIERNO
Es que el país está bien cuando nosotros, la gente, estamos bien; no es al revés. Los equilibrios económicos “macro” son el resultado de los “micro”, de cada agente individual, entre sus gastos y sus ingresos básicamente. Para que podamos lograrlos, nos falta adelgazar el Estado y ponerlo en su lugar, para desarrollar la economía, eliminando miseria y reduciendo pobreza.
No hay que hacer muchas cosas, ni nuevas leyes o decretos; sólo derogar un gran número de los existentes, para permitir que hagan su trabajo las familias, las fincas, las industrias, los comercios, y los bancos, las escuelas, clínicas, fondos de pensiones, iglesias y otras instituciones privadas; y que los entes públicos hagan el suyo. Eso es todo.
Ya vimos que los congresistas son más importantes que el Presidente y los Ministros: los primeros pueden resolver los problemas del Perú, derogando las leyes malas; no así los segundos, al menos sin la cooperación de los primeros. Las malas leyes a derogar se detallan en el Anexo A. En este Capítulo se trazan las líneas generales de las Cinco Reformas, describiendo las plagas que van a desaparecer, y los beneficios, que en la parte final se resumen en 12.
Soluciones verdaderas para todos y para ahora!
Así como los problemas se interrelacionan unos con otros, y sus negativos efectos repercuten en todas las áreas, haciendo un círculo vicioso, las soluciones también se interconectan, y sus resultados inciden positivamente en todas las esferas, haciendo un círculo virtuoso. Por eso las reformas deben ser ejecutadas todas, y de forma simultánea, para que sean exitosas. Para tener todos los beneficios de inmediato, sin esperar al larguísimo plazo, como nos dicen y repiten los “Neo” liberales.
Los resultados deseados se verán a los pocos años, quizá meses, si las políticas son las acertadas; pero si son las equivocadas, ¿cuándo tendremos soluciones? ¡Jamás!
II. LAS CINCO REFORMAS
Devolución de funciones, poderes y recursos
Hoy día tenemos un “Estado excesivo”, enorme y obeso: inflado en funciones, en poder y en dinero. Objetivo y fin común a las Cinco Reformas es poner al Estado en su lugar. Adelgazarle y hacerle fuerte, para cumplir sus funciones. Es poner a los Gobiernos –municipales, regionales y nacional– a cargo de las tres “funciones públicas”, hoy abandonadas o mal atendidas. Y recuperar las funciones privadas para el sector privado.
¿Cómo? Derogando las Leyes Malas. El camino de salida es el mismo andado, pero de reversa, en la dirección opuesta. Las leyes malas pretendieron que el Estado hiciera lo que no debía –agricultura, comercio y transporte, industria, banca, educación, atención médica, previsión- y nos impidieron hacerlo a los particulares. Hay que devolver a sus dueños lo que les fue usurpado.
La clave es separar lo público de lo privado: devolver el Estado a sus funciones públicas; y devolver todas las funciones privadas a sus legítimos titulares. Con las funciones, devolver también los poderes: derechos y libertades. Y los recursos: riqueza y activos productivos.
Y los grandes bienes serán consecuencia y resultado de la ausencia de los grandes males.
Reforma del Estado, el Gobierno y la Política
Privatización de empresas y activos estatales mediante subastas y licitaciones, derogando las leyes a ellos referidas. Y reposición del Estado en sus funciones, repotenciado para cumplirlas debidamente, las cuales son: 1) Brindar seguridad policial contra el robo, la violencia, el fraude y la impunidad; y defensa nacional, incluyendo a este fin las funciones diplomáticas. 2) Brindar seguridad jurídica, para las personas, los contratos y los bienes, con jueces imparciales, expeditos y honestos. Mediante justicia pública represiva y disuasiva para los delincuentes, actuales o potenciales -y de carácter resarcitorio y/o compensatorio para las víctimas- y para la resolución de los conflictos, sin obstrucciones a los arreglos e instancias de la justicia privada. 3) Contratar la planeación, construcción y mantenimiento de obras públicas de infraestructura. ¿Le parece poco?
Vea Ud. los beneficios inmediatos: con seguridad, justicia e infraestructura, y con respeto a los mercados y la propiedad privada, todos podremos vivir más solventes, con menos trabajo y sacrificio, y con mucho más tiempo libre para la familia, la educación y capacitación, la salud y el esparcimiento. Con la propiedad privada del suelo incluyendo el subsuelo (“desde el cielo hasta el infierno”) y de todos sus frutos por derecho de accesión, los particulares podremos participar de las actividades mineras. Con un Estado fuerte pero limitado, y descentralizado o federal, la corrupción también será reducida, y tratada por sus remedios propios: los judiciales. Y todos podremos participar en las privatizaciones de las empresas estatales, que no serán para crear o acrecentar monopolios privados, sino para capitalizarnos con títulos-acciones. Con este sistema liberal los impuestos serán mínimos, la moneda dura conservará su poder de compra, y la deuda pública será reducida a cero.
Los partidos políticos ya no serán reglamentados, y podrán ser estrictamente privados. No habrá leyes para reglamentarles su orientación ideológica, su estructura organizativa ni su vida democrática interna. De esta forma no será el funcionario sino público quien decida apoyarles, con su voto o su participación activa, y el público quien decida retirarles su apoyo, de igual forma.
La primera reforma tendrá prontos efectos en la Economía. Se traducirá de inmediato en un clima favorable al trabajo, al ahorro y a la inversión, con más producción de riqueza, y mayor poder de compra para todos, contando dinero fuerte en nuestros negocios, ingresos, cuentas y ahorros. Y sin gravar nuestro futuro, ni hipotecar el de nuestros hijos. No tendremos igualdad de oportunidades, porque eso es imposible. Pero sin importar la posición de nacimiento, todos tendremos igualdad de derechos, con oportunidades mayores y mejores para todos, en una economía de alto rendimiento, con empleos e ingresos sólidos.
Reforma de la Economía, la moneda, la banca, los mercados y los negocios
La primera reforma, ya descrita, es la privatización para el enriquecimiento de la gente. Se completa con la segunda, complementaria: la desreglamentación, para facilitar nuevos negocios y más empresas, así como el crecimiento y desarrollo de las existentes, a través de la expansión de sus mercados, y para crear nuevos empleos productivos, y enriquecer los actuales.
Esta segunda reforma consiste en la derogación de las leyes malas que entraban la economía, y que maltratan a los trabajadores, gerentes y empresas, anulando su desarrollo, des-reglamentando las actividades productivas.
¡Fuera las 12 Plagas!
El Estado no tiene otros fines que los suyos; por eso no debe tener más recursos que los necesarios para cumplirlos. Los estatistas, en su defensa de la actual posesión y control por el Estado de muchas y enormes empresas, hoy muy mal gestionadas, y de muchísimos activos productivos de gran valor potencial, hoy mal cuidados, alegan una larga lista de fines y funciones. Pero no son estatales.
Privatizando, quitando al Estado de todos esos fines, misiones y cometidos, y desreglamentando, se evitan o reducen drásticamente los siguientes males:
1) El acaparamiento de riqueza y activos, desafectando y privatizando empresas, equipos, inmuebles y otros recursos de capital, con licitación transparente para su pronta y limpia transferencia a los particulares, y su incorporación inmediata al servicio productivo. 2) La injustificada e incómoda presencia estatal en lo que es privado por naturaleza, 3) y la atribución de excesivos y discrecionales poderes, facultades y competencias a los Gobiernos, funcionarios y burócratas, causando con ello innumerables problemas, como 4) las dilaciones y el papeleo, y 5) la corrupción, ambos resultados naturales, inevitables e incorregibles de la excesiva concentración de autoridad, poder y dinero en las mismas manos. 6) También el creciente volumen del gasto estatal, y 7) los numerosos y elevados impuestos (caso de injusticia contributiva), para pagarlos, como asimismo, 8) la inflación del dinero impreso, y las consiguientes carestías; 9) la multiplicación del crédito de modo artificial mediante la banca de reserva fraccionaria; y 10) el endeudamiento público. 11) Los injustos privilegios que ahora obstaculizan, impiden, o encarecen el acceso a todos los mercados y corredores productivos, porque garantizan a los menos eficientes una indebida “protección” contra la competencia; 12) las barreras a la movilidad de los factores que crean y distribuyen la riqueza, hoy obstáculos y piedras de tropiezo que imposibilitan a capitales y gentes cambiar de empleo o ramo, para ajustarse flexiblemente y sin demoras a las demandas cambiantes de mercados dinámicos.
Con las dos primeras y más importantes reformas, tendremos empresas competitivas, abundantes bienes y servicios, variados y de buena calidad, y a precios económicos, mediante mercados en firme y sostenida expansión. Y con creciente poder adquisitivo, disfrutaremos más oportunidades de empleos disponibles, más productivos, y mejor pagados.
Así ponemos al Estado en su lugar propio correspondiente, y le adelgazamos y fortalecemos, para agigantar la economía. Con las tres siguientes reformas, atendemos los aspectos sociales, con los remedios reales y eficaces.
Reforma de la Educación
Se nos dice que la educación es la llave maestra para el desarrollo, y el remedio para todos nuestros males. Pero la educación en todos los niveles se ha multiplicado varias veces en los últimos 30 a 40 años. En este lapso ha crecido explosivamente el número de escuelas, institutos y universidades, y de población matriculada en ellos; no obstante el desarrollo no aparece, y persisten el subdesarrollo, la pobreza, la incultura y otros problemas.
Sin embargo, la educación es importante. Para expandir aún más la matrícula, pero mejorando la calidad de la enseñanza en todos sus niveles, se necesita la tercera reforma. Que consiste en lo siguiente: 1) empoderar a los profesores y maestros, mediante la dación en pago por obligaciones pendientes de los centros de enseñanza hoy estatales, para que sean gerenciados y administrados por sus operadores, en calidad de propietarios, cobrando por sus servicios, en competencia con los que son hoy privados; 2) empoderar a los padres y alumnos más pobres con cupones (los “vouchers”), para pagar con ellos en los centros educativos de su elección, en igualdad de derechos con sus compañeros, durante la transición al capitalismo liberal; 3) eliminar las imposiciones estatales en los contenidos y programas educativos, así como en los métodos y estilos de enseñanza.
La calidad en la educación depende de la pluralidad y la diversidad, de la competencia de ofertas variadas y de la libertad de elección. En una educación de libre mercado todo instituto docente será autónomo y experimental: unos escogerán educación clásica, otros pura ciencia y tecnología moderna; unos una religión, otros otra, o ninguna, y humanismo secular y evolucionismo para quien lo quiera, y lo pague de su propio bolsillo. Ciertos institutos se orientarán por una enseñanza más práctica, otros más especulativa; unos por ciencias, otros artes o letras; unos con fútbol, otros con básquetbol o béisbol; estos con inglés o francés, aquellos con japonés o chino, hebreo, griego o latín. Pero nada decretado de forma impuesta o forzosa, ni pagado con impuestos, excepto los cupones, para los más pobres, en el mientras tanto.
Tendremos a los estudiantes pagando todos por la educación escogida libremente, sin mayores diferencias visibles entre ellos, salvo que unos pagarán con su dinero, y otros con sus bonos, cupones o cheques para educación.
Reforma de los Servicios Médicos
La salud es tan importante como la educación; por eso no pueden ser abandonadas en las manos del Estado. Al igual que en educación, para expandir la cobertura, y aumentar la calidad y excelencia del cuidado médico, la cuarta reforma consiste en: 1) empoderar a los doctores, enfermeras, auxiliares y personal de hospitales y centros médicos hoy estatales, con su dación en pago -liquidando deudas pendientes- para que puedan gerenciar y administrar esas instituciones como propietarios, cobrando por sus servicios, en competencia con los centros hoy privados; 2) empoderar a los pacientes más pobres con cupones, para pagar con ellos en los centros de su elección, en igualdad de derechos con todos los demás, en la transición apuntada; 3) eliminar las innecesarias imposiciones estatales en la prevención y el tratamiento de las enfermedades.
Así se acabarán las odiosas discriminaciones entre pobres y ricos en los servicios médicos. Para los más pobres se acabarán los largos meses en espera de conseguir por lástima una cita o una cirugía. Para todos se acabarán los dolores de cabeza y crisis de nervios a la hora de pagar las cuentas y facturas.
Reforma de las Jubilaciones y Pensiones
Para expandir la cobertura, y aumentar la cantidad y calidad de las prestaciones, análogamente a los casos de la educación y la salud, la quinta y última reforma consiste en: 1) empoderar a los gerentes, funcionarios administrativos y personal profesional del Seguro Social hoy estatal mediante la dación en pago (por obligaciones pendientes) de los inmuebles, con instalaciones y equipos, para que puedan en adelante administrarlos como propietarios, cobrando por sus servicios, y en justa competencia con el resto del sector; 2) empoderar a los asegurados más pobres con cupones para pagar las pólizas y planes mínimos o básicos en los institutos de su elección, transitoriamente; 3) eliminar también las injustificadas imposiciones estatales en las pólizas y negocios de seguros. Así se acabarán las jubilaciones miserables, las demoras, las colas y largas esperas y dilaciones para cobrarlas.
Todas las jubilaciones y pensiones serán atendidas por las compañías privadas, en cuentas personales de capitalización individual, con diversos planes y pólizas, y con diversas modalidades y montos en las cotizaciones, y diferentes beneficios. En la transición, los más pobres contarán con asesoramiento y ayuda en cupones para tratar en las empresas a su elección.
¡Adivinaste! Sí, claro, es la “privatización” de las escuelas, hospitales y cajas de jubilaciones y pensiones hoy estatales, en manos de sus operadores naturales, muchos que hoy son explotados por el Estado, y a favor de sus correspondientes usuarios: padres y estudiantes; pacientes médicos; jubilados y pensionados.
Con estas tres reformas “sociales” de verdad, tendremos servicios médicos, de enseñanza y previsionales de calidad, y económicos, con profesionales responsables. Y los más pobres: no promesas demagógicas sino cupones con su nombre y documento personal.
III. RESULTADOS: 11 BENEFICIOS PARA TODOS
Consecuencias esperadas e inmediatas de poner al Estado en su lugar propio, y a las instituciones privadas en los suyos respectivamente, con los siguientes principales beneficios para todos, entre otros, los siguientes, enunciados con la mayor brevedad:
1) Un nivel de vida muy superior para ti, y para tu familia. Y para todos, como consecuencia del crecimiento económico, y del aprovechamiento de las mayores y mejores oportunidades para todos; y como resultado de la incesante creación y distribución de la riqueza por los mecanismos capilares del mercado, que son los más justos y efectivos: de cada quien según su capacidad y voluntad; a cada quien según su contribución productiva.
2) Más empleos privados, mejores y más productivos y rentables, y en consecuencia mejor pagados en monedas duras, capaces de conservar y aún incrementar en el tiempo su poder adquisitivo términos de bienes, servicios y prestaciones. Mayor respeto y consideración –y mejores sueldos- para los reales y verdaderos servidores públicos: policías, militares, jueces y diplomáticos, funcionarios, gerentes y empleados administrativos del Estado.
3) Cero miseria, y mucho menos pobreza, con la real solución y no con paliativos “asistencialistas” que no dan real asistencia, sino que provocan dependencia y adicción.
4) Mucho menos corrupción, de tal modo que pueda ser castigada y prevenida mediante sus remedios propios: los judiciales. Sin alharacas y escándalos para distraer la atención.
5) Igualdad de derechos. No igualdad de resultados. Seguridad, Ley y Justicia públicas para todos, a cargo del Estado y con base a impuestos, pero con respeto a los contratos legítimos, y sin desmedro de los mecanismos privados para la provisión de seguridad y justicia.
6) Más y mejores obras Públicas de infraestructura, cuya construcción y mantenimiento va a potenciar los esfuerzos de los trabajadores, empresarios y agentes del sector privado, a fin de hacerlos más económicos y productivos.
7) Dividendos cada año de las empresas privatizadas. Y propiedad privada del subsuelo, “desde el cielo hasta el infierno”. Todos podremos participar de los beneficios y ganancias en la explotación de las riquezas naturales, contribuyendo los dueños a la conservación del Medio Ambiente.
8) Excelente educación y atención médica de primera en institutos privados, para todos, a pagarse con dinero propio, o mediante bonos estatales para los más pobres, en la transición al capitalismo liberal maduro. Y para los más adultos: jubilaciones y pensiones dignas, a cargo de Empresas Administradoras de Fondos de Pensiones y Jubilaciones de capitalización individual.
9) ¡Mucho más tiempo libre! A dedicar cada quien en la educación, familia, ocio y esparcimiento, bellas artes, y actividades de voluntariado en filantropía y asistencia a los más necesitados, etc., porque no pagaremos los costos del estatismo, disfrutando de una economía mucho más productiva requiriendo una inversión mucho menor de tiempo y esfuerzo. Con más tiempo para atender los asuntos de la familia, los niños y jóvenes crecerán en un ambiente sano, libre de drogas y malas influencias. El tiempo libre es un beneficio realmente extraordinario, que nadie nunca ofrece, ni siquiera menciona; ¡sólo los liberales!
10) Gremios en sus genuinas funciones, que son tres: capacitación y entrenamiento profesional; intermediación entre la oferta y demanda de trabajo (Bolsas de Trabajo); y administración de Fondos de Pensión y Jubilación en sana competencia con las empresas aseguradoras del ramo. (No. 9) Así es como los liberales entendemos las funciones propias de los gremios, sindicatos y asociaciones profesionales.
11) Cupones para la educación, atención médica y previsional de los más pobres: educando pobres, enfermos, discapacitados y accidentados pobres, jubilados y pensionados pobres. Que serán mucho menos, y mucho menos pobres. Estos bonos o cupones son de carácter complementario (Nos. 8 y 9), y reembolsables a los institutos educativos, médicos y previsionales escogidos por sus beneficiarios.
Esos son los principales beneficios; primero para las Ciudades Libres o Zonas Especiales, en la costa, la sierra y la selva; y después para todo el Perú. ¿Contamos contigo?
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