No será Presidente quizá, ni candidato, pero ya es el fenómeno político de esta elección: Ron Paul. El más radical; y no de izquierda, aunque tampoco de la derecha convencional ni de la Religious Right. Atípico entre los 16 candidfatos de ambos partidos. Y hombre de paradojas; pero recuérdese que “paradoja” es una contradicción aparente, no real.
Representante de Texas reelecto 10 veces desde 1976, es un liberal clásico consistente, que llaman conservador libertario. Se opone a toda forma de estatismo: al Establishment mercantilista y dirigista, al socialismo, y a la reglamentación de la vida por las agencias de la ONU. Aspirante republicano, critica al bipartidismo. Está a favor de la despenalización de las drogas, pero en contra el aborto. No rechaza al inmigrante como tal, pero sí al del Welfare. Contra la crisis del dólar, propone el remedio austriano: eliminar el Fed y volver al patrón oro. Es “constitucionalista” y defiende la 2da. enmienda para llevar armas, pero no que el Gobierno USA se crea el policía del mundo. Aboga por el no intervencionismo de los Padres Fundadores, citando a Thomas Jefferson: “Paz, comercio y amistad con todas las naciones, pero ataduras con ninguna”. Concluye: “No podemos imponer nuestros valores a punta de pistola”.
A un periodista que le preguntó entre dubitativo e incrédulo, “¿Es en serio que Ud. eliminaría el Impuesto sobre la Renta …?”, le respondió: “De inmediato”. Y lo mejor es que funciona: las intenciones de voto aumentan entre los republicanos, muchos demócratas, y sobre todo los no identificados con unos ni con otros. Demuestra varias cosas; vea Ud.:
1. La recuperación política del liberalismo clásico es posible, con un liderazgo claramente definido en favor de sus tres banderas: Gobierno limitado, mercados libres y propiedad privada. Capaz de provocar una corriente de opinión pública masiva, con apoyo en amplios sectores conservadores e independientes, de la juventud estudiosa y la familia, las iglesias, los profesionales, y el emergente empresariado no mercantilista. Y con dinero suficiente para invertir en medios de comunicación convencionales y alternativos. Así se responde al titánico desafío de rescatar al liberalismo clásico de su trágico encierro entre las cuatro paredes de los “think tanks” afectadamente académicos, y de los pequeños grupos de libertarios militantes.
2. Pero, transitando las amplias avenidas de la acción política, en el interior de las filas pro Gobierno limitado no puede reproducirse el artificial y enrarecido clima de aquellos limitados círculos, con esas mociones anarquistas que provocan interminables discusiones y dificultades, o esas concesiones al estatismo y a la corrección política que pretenden “sumar” y lo que hacen es confundir. Se requiere clarificar y recortar una oferta política y electoral nítida para transmitirla a un ancho público, y esa es una tarea de principios sanos, de ideología y de comunicaciones.
3. Para crear la nueva corriente hay que hacer una primera masa crítica, y que luego se ensanche. A ese fin hay que rescatar a los cristianos del socialismo, y de la indiferencia, e incorporarles a su cauce. Esa es la tarea de Gary North en el Institute for Christian Economics en Texas -y Stephen Perks en Inglaterra, Peter Hammond en África, y otros- escribiendo para el gran público y no sólo para los eruditos. Pero es algo que hemos de hacer los cristianos, con la verdad de la Biblia bien interpretada, liberando a nuestros hermanos de las teologías falsas que les oprimen y paralizan: la Teología marxista de la Liberación, y la mística ultramundanista del pietismo. Y los no cristianos, especialmente los randistas, no deben por ello agitarse ni ponerse catatónicos, sino quedarse tranquilos, y no agredir ni fastidiar a los cristianos que hacemos nuestra labor sin molestarles.
25 de noviembre de 2007
Fotografía: Gage Skidmore.
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